...Segundos despúes caminaba sin rumbo -Mientras te alejabas un impulso casi me empujó a detenerte, caminé detrás de ti por unos segundos, pero desvié mi rumbo para siempre-, y sin pensamientos que me perturbasen recordé tus labios, sonreí. Cuando regresé a la lucidez de mi rumbo, me encontré escuchando el ruido que hace el agua al caer, los mismos que una noche atrás perturban tu tranquilidad, cerré los ojos y esa extraña paz que a veces me invade, vino a hacerme compañia.
Caminé nuevamente y tratando de despejar mis pensamientos, ví nuevamente ese cuerpo menudo, reconocí ese andar pausado, gastado, acabado por los años y por la dureza de la pobreza. Recuerdo el primer día que la ví y como días despúes al observarla bien, su expresión a diferencia de parecer dura, es de fragilidad -provoca en mi ternura triste-, hoy entendí que uno vive a la defensiva.
Mientras caminaba S me llamó, despúes de hablar de tonterias, le dije que quería embriagarme -Se sorprendió-, enseguida quizo acompañarme, dijo que estaba cerca y no tardaría, bajo un Olivo la esperé no se por cuanto tiempo -tardó-, extendió sus brazos al acercarse, como solía hacerlo en los viejos tiempos, hace mucho tiempo atrás -Siempre rio cuando dice: "viejos tiempos"- , la abrazé lentamente con el corazón estrujado, está bellisima, no la veía hace mucho, tanto que hasta casi olvidé que existía.
Despúes de un par de Mojitos y un daiquiri, me preguntó sobre ti. Le conté de mis sueños contigo y de nuestro día juntos en el mar, de nuestros paseos por la orilla, de cuando hicimos el amor sobre la arena... en aquella playa a la que nunca fuimos y tambien de los hoteles 5 estrellas que nunca frecuentamos. Vió mis manos y por enésima vez como solía hacerlo, se burló de ellas, si, vió mis manos, las mismas que conocen tu piel y tus formas a la perfección, las misma que acariciaron tu piel suave, las noches en que fuiste mia interminables veces, mis manos... las mismas que nunca más volverán a tocarte.
Hablé mucho sobre ti, como si fuera la ultima vez que tuviera que hacerlo, como si tuviera que arrancarte de mi.
Caminé nuevamente y tratando de despejar mis pensamientos, ví nuevamente ese cuerpo menudo, reconocí ese andar pausado, gastado, acabado por los años y por la dureza de la pobreza. Recuerdo el primer día que la ví y como días despúes al observarla bien, su expresión a diferencia de parecer dura, es de fragilidad -provoca en mi ternura triste-, hoy entendí que uno vive a la defensiva.
Mientras caminaba S me llamó, despúes de hablar de tonterias, le dije que quería embriagarme -Se sorprendió-, enseguida quizo acompañarme, dijo que estaba cerca y no tardaría, bajo un Olivo la esperé no se por cuanto tiempo -tardó-, extendió sus brazos al acercarse, como solía hacerlo en los viejos tiempos, hace mucho tiempo atrás -Siempre rio cuando dice: "viejos tiempos"- , la abrazé lentamente con el corazón estrujado, está bellisima, no la veía hace mucho, tanto que hasta casi olvidé que existía.
Despúes de un par de Mojitos y un daiquiri, me preguntó sobre ti. Le conté de mis sueños contigo y de nuestro día juntos en el mar, de nuestros paseos por la orilla, de cuando hicimos el amor sobre la arena... en aquella playa a la que nunca fuimos y tambien de los hoteles 5 estrellas que nunca frecuentamos. Vió mis manos y por enésima vez como solía hacerlo, se burló de ellas, si, vió mis manos, las mismas que conocen tu piel y tus formas a la perfección, las misma que acariciaron tu piel suave, las noches en que fuiste mia interminables veces, mis manos... las mismas que nunca más volverán a tocarte.
Hablé mucho sobre ti, como si fuera la ultima vez que tuviera que hacerlo, como si tuviera que arrancarte de mi.
